Rebeca Ponte conduce un proyecto para ayudar a los enfermos a expresar sus sentimientos a través de actividades artísticas
La unidad de cuidados paliativos del Chuac, que acaba de recibir el premio BIC como la mejor de su especialidad en España, desarrolla una actividad «muy especial», en palabras del responsable del equipo, el doctor Juan Sanmartín, que agradece el apoyo de Repsol para llevar a cabo una experiencia con impacto positivo en los enfermos.
Se trata del proyecto Arte & Emociones que, de la mano de Rebeca Ponte, persigue «generar espacio y tiempo para que la persona enferma pueda crear algo propio, a veces a través de material artístico, pero también de la palabra dictada cuando no tiene movilidad», explica la «facilitadora artística», como ella misma se define.
Beca de la refinería
Tras más de 90 sesiones a pie de cama en el Hospital de Oza, en las que participaron 40 pacientes y 20 familiares, han podido comprobar que «se trata de una experiencia que, está demostrado, beneficia a los enfermos», apunta Sanmartín sobre los resultados de favorecer que personas muy debilitadas y a menudo en el final de sus vidas encuentren cauces para «expresar sus emociones a través del arte».
«La refinería, a través de Diversos, me dio una beca», señala Rebeca Ponte sobre la importancia del respaldo de Repsol para impulsar iniciativas en las que, insiste, «es importante la formación para saber cuál es nuestro papel: no somos profesionales de la psique, ofrecemos una actividad complementaria, se trata de ejercer una escucha activa de la persona basada en el respeto y la libertad, y de estar preparados para ver y canalizar lo que el enfermo quiere hacer».
El programa, que continúa en activo a expensas de las limitaciones de la pandemia del covid, le ha permitido a la artista constatar que «no hay dos pacientes iguales e incluso con el mismo paciente no hay dos sesiones iguales». Así, ha visto a personas hospitalizadas en paliativos representando a través de la pintura aquellas aficiones que ya no pueden realizar, como plantar sus huertos, dibujar a sus animales de compañía con los que no pueden estar, o moldear en barro elementos relevantes de su biografía personal.
«Peleamos contra el lento paso del tiempo durante la hospitalización, contra la pérdida de autoestima e incluso de la dignidad que a veces perciben los enfermos, de modo que tener a alguien que les facilite una actividad de ayuda creativa y recreativa les beneficia, y su satisfacción es muy valorable y medible en alivio, disminución del malestar, aumento de la sensación de seguridad… », afirma Sanmartín.